Scones: Un Bocado Tradicional delicioso y con Mucha Historia
En esta nueva entrada, te invito a descubrir el delicioso mundo de los SCONES, con una receta que te permitirá prepararlos en diferentes sabores.
Los scones son unos pequeños pancitos ingleses, esponjosos y ligeramente dulces, que tienen una historia fascinante. Su origen se remonta a Escocia, donde se elaboraban con avena y se cocinaban en un sartén plano llamado "girdle." Con el tiempo, esta sencilla receta cruzó fronteras y se hizo popular en Inglaterra, convirtiéndose en un clásico de la hora del té. Hoy en día, los scones se disfrutan en todo el Reino Unido y en muchos otros países, como Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos.
Tradicionalmente, los scones se sirven con queso crema, crema batida o mantequilla, y suelen acompañar el té de la tarde, especialmente en el icónico "Afternoon Tea" británico. Sin embargo, son tan versátiles que también se pueden disfrutar en el desayuno o con una taza de café a cualquier hora del día.
Un dato curioso: En el Reino Unido, existe un debate amistoso sobre cómo pronunciar la palabra "scone." Algunas personas lo pronuncian como "skon" (rimando con "gone"), mientras que otras lo pronuncian como "skoun" (rimando con "tone"). Sin importar cómo lo digas, lo importante es que son irresistibles.
Esta receta te permitirá hacer scones de coco, zanahoria, pasas, nueces, arándanos, ¡y mucho más! Son deliciosos recién horneados, tibios o incluso fríos. Tienes que probarlos.
Porciones: 16 aproximadamente
Horneado: 20 minutos
Dificultad: Media
INGREDIENTES:
450 g de harina
15 ml de polvo de hornear (1 cucharada estándar)
80 g de mantequilla congelada en cubitos pequeños
150 ml de leche aproximadamente
150 ml de crema de leche
100 g de azúcar
2.5 ml de sal (cuchara estándar)
1 huevo batido con leche para pincelar
FRUTAS:
150 g de pasas, nueces, zanahoria, arándanos o lo que más te guste
PREPARACIÓN:
Preparar los ingredientes: Corta la mantequilla en cubitos pequeños. Tamiza la harina con el polvo de hornear y la sal, y reserva.
Mezclar la masa: Con las manos, mezcla la mantequilla con la harina hasta obtener una textura similar al pan rallado fino. Luego, lleva la mezcla al congelador por dos o tres horas.
Incorporar los ingredientes adicionales: Una vez que saques la mezcla del congelador, mézclala con un tenedor para que no se caliente. Agrega las frutas o nueces y mezcla suavemente.
Formar la masa: Haz un volcán con la mezcla y, en el centro, agrega la leche poco a poco hasta que todo esté bien incorporado. Puedes hacerlo en una batidora con el escudo para evitar usar las manos y calentar la masa. La masa debe ser homogénea, pero no la amases en exceso, solo lo suficiente para mezclar.
Dar forma: Estira la masa con un rodillo sobre una superficie enharinada hasta que tenga un grosor de 2 cm. Luego, corta la masa en cuadrados de 8 cm x 4 cm, o en la forma que prefieras, como círculos o triángulos.
Congelar: para mejores resultados te recomiendo congelar las formas de un día para otro antes de hornear.
Hornear: Coloca los scones congelados en una bandeja con papel de horno o un tapete de silpat. Píntalos con el huevo batido y espolvorea un poco de azúcar morena gruesa tipo turbinado. Hornear por 20 minutos en un horno precalentado a 325°F (175°C). Si usas un horno de convección, puedes activar el ventilador para un horneado más parejo y para que crezcan mucho. A los 10 minutos, gira la bandeja para asegurar un horneado uniforme. Los scones estarán listos cuando hayan duplicado su tamaño y estén dorados. Déjalos enfriar sobre una rejilla.
VARIANTES Y RECOMENDACIONES:
Puedes hacer scones integrales o libres de gluten sustituyendo la harina.
Experimenta con diferentes sabores y combinaciones de frutas y nueces.
Guarda los scones en un ambiente seco, en bolsas plásticas herméticas para que se conserven mejor.
También puedes congelarlos para disfrutarlos más tiempo.
El azúcar turbinado es un tipo de azúcar moreno parcialmente refinado, con cristales grandes y un ligero sabor a melaza. Se obtiene mediante el proceso de centrifugado, que elimina parte de la melaza natural, dejando un azúcar de textura crujiente. En repostería, se usa para dar un toque crujiente a la superficie de productos horneados como galletas, muffins, y scones, además de aportar un sabor ligeramente caramelizado. También es ideal para decorar, ya que sus cristales no se derriten fácilmente al hornear.
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